era una acción hermosa
tan natural como una rosa.
Dar sin nada que esperar.
Y aunque el desamor
intentó matar mi convicción
no sirvió esa decepción
para evitar otro dolor.
Tanto di y con tantas ganas
que ahora estoy desamparada,
se agotó el amor que brindaba
y hoy ya no tengo nada.